Hasta el siglo XXI y desde hace la friolera de un poco mas de veinte centurias, por cualquiera es bien sabido que en la religión predominante que abrazamos en España y mayoritariamente en nuestra complutense ciudad de Alcalá, existen desde tiempo inmemorial y nos regimos virtuosamente hablando, por una tabla divina de diez mandamientos que son el sostén, la cuna y el medio, en el que se basan los valores de la sociedad tradicional y eclesiástica.
Pues bien, a día de hoy sin ir mas lejos, por efecto de la pandemia y acercándonos a la cruda realidad de los nuevos tiempos que sufrimos y posiblemente de los venideros, esos diez antiguos preceptos se han tornado en sólo cinco que se cuentan con los dedos de una mano y que nos ha dado por llamarles del Covid 19.
A cada cual mas pintoresco y sufrido, pero que para poder subsistir en nuestro orden cotidiano todo residente o viajero que pulule por nuestras calles, religiosamente debemos llevar a cabo sin rechistar y aceptándolos de muy buen grado como el mal menos necesario.
Lavado de manos con gel frecuentes, mascarillas a tutiplé, guantes de material plástico por doquier y colas penitentes y pacientes, amas de saluditos de coco a codo bailones, se han convertido en el ritual que momento tras momento nos vemos obligados a realizar, ya que todos ellos se dan por supuesto y casi de obligado cumplimiento, sino es en todos los acontecimientos del devenir diario, sí en la mayoría de las gestiones de carácter social o lúdico, que al abandonar nuestros hogares, en cada esquina nos encontramos.
¿Donde se quedaron los intensos abrazos, achuchones y palmaditas en la espalda, a los que el ciudadano español está más que acostumbrado y que nos caracterizan como pueblo acogedor, efusivo y dicharachero?
¿Y que son envidia y pelusa, de otras sociedades del resto del mundo que son más parcos y recelosos en sus muestras de convivencia, pero que les caen las babas, haciendo charco cuando moran en nuestra tierra y a las que se acogen grácilmente en cuanto tienen ocasión u oportunidad?
Pues queridos convecinos y lectores, la respuesta está muy clara.
Se han quedado guardados en nuestro corazón, pero tengan la completa seguridad, que están presumiblemente agolpados y agazapados en nuestro interior, para en cuanto se descuide el maldito virus y nos aliente un respiro, saldrán todos escopetados en cascada de sentimientos, como alma que lleva el diablo y lloverán todos al tiempo, sobre el humano que en ese momento tenga el azar de estar en el sitio y momento adecuados .
¡Estén todos preparados por si hay suerte!
En el bombo de esta lotería, todos nombre y ciudadano, está aguardando presente.
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