“El séptimo arte eres tú,
como diría embelesado
y cual cordero enamorado,
visionario caballero,
a la loba – dama de sus sueños”.
Pero no es este el caso, ni este poeta escritor pretende referirse a este tipo de habilidad o destreza mis queridos leyentes, sino a la circunstancia de que en la ciudad de Alcalá cada Lunes, Martes y Miércoles del periodo comprendido entre el 20 de Julio y el 19 de Agosto, estamos en tiempo de regocijo, parabién y enhorabuena, emociones insólitas e inauditas hasta la fecha en el calendario de este aciago dos mil veinte.
Pues debido a la gestión del consistorio y Dios mediante, de nuevo regresa el cine de verano a nuestros fueros, esta vez en el templo cosmopolita de la huerta del Obispo y que suponemos que hará las delicias de todo hijo de Alcalá o extranjero que nos visite, incluso a los que a este tipo de eventos no están acostumbrados o no tuvieron ni siquiera oportunidad, de en algún momento estrenarlos, pues en nuestra ciudad al igual que en otras miles del territorio nacional, salvo alguna que otro esporádica excepción, hace décadas que quedaron relegados al olvido y al recuerdo.
Llegados a este punto y para continuar siguiendo el hilo de lo que trata de dilucidar este filmográfico articulo parece ser lo más apropiado y necesario hacer uso de memoria histórica y lanzar homenaje y repaso a la época en que casi en cada esquina de nuestra ciudad existía una pantalla gigante donde podías acudir a disfrutar, sentadito y fresquito, de las mil y una aventuras que el llamado Séptimo Arte acercaba de una forma mágica, al conjunto del pueblo llano.
El mundo entero a nuestro alcance, en formato 35 milimetros Technicolor o Cinemascope y sonido Dolby Sorruond, todo ello a cambio de unas pocas pesetas y dos horitas de nuestro tiempo, que para estas ocasiones desde el adolescente hasta el anciano, no nos importaba emplearlo.
En la calle Canovas del Castillo, se levantaba majestuosa la terraza del Cine Alegría y unos cientos de metros, las taquillas del Cine Ferraz, invitaban al viandante a disfrutar en ocasiones hasta de sesión continua y acompañados del descanso obligado entre película y película, incluso disfrutar del servicio de bar que dentro se situaba, que lo mismo te vendía un café con hielo, que un bocadillo de tortilla o una bolsa de pipas, con lo cual el audio de la sesión a veces se difuminaba, con la tos del atragantado o el musiquero constante del vecino rumiando semillas.
Todo ello aderezado como no, del humo de los cientos de cigarrillos que a veces convertían como nacido por arte de magia, la visión del sol salido de la pantalla amaneciendo, en luna opaca y oscura en anochecer neblinoso.
Y sin dejar el distrito II, en la calle Pintor Picasso, que enlaza mediante un pasaje con la de Talamanca, se ubicaba el Cine Olimpia, este siempre de sesión doble y continua.
En el centro de Alcalá , abrió sus puertas unos cuantos veranos, un sala mas moderna, que no era otra que la del Cine Teatro Salón Cervantes que aprovechaba el postín y la alcurnia del adosado teatro, para erigirse en el cine mas Chic del afamado casco histórico.
A menos de cien metros de la fuente de los Cuatro Caños, existía otro solar bien llamado Cine Real, que ofrecía un servicio muy curioso, en visionaria forma comercial de aprovechar bien el espacio.
Durante las horas del día, se dedicaba a la venta de maderas y de noche era cine de verano y resultaba harto curioso ver la pantalla de cine y en sus bajos, una maraña de maderas y de palos.
Casi sin salir del casco urbano y muy cerca de donde estuvo situada varios lustros la Policía Municipal, se levantaba la pantalla del cine Zulema, estratégicamente situado para dar cobertura al barrio de Venecia, La Rinconada, Sementales y todas sus calles limítrofes.
Y por último y para terminar, es de justicia nombrar aunque estuvo activo en contadas temporadas, el cine llamado de los Olivos, pantalla que aún podemos contemplar enfrente del barrio Puerta de Madrid y en el muro de la calle Arratia, aún puedes ver el nombre de la terraza y hasta el hueco de la taquilla, con la leyenda 75 pesetas casi borrada.
Es posible, que me haya dejado alguno en el tintero, pero con esta alocución, creo que queda suficientemente demostrada, la importancia que tenían para la sociedad de entonces, los célebres cines de verano o barrio.
Como decía una frase mítica del celuloide…
“Siempre nos quedara Paris”.
¡Gracias Ayuntamiento!
Viva la vuelta al cine de verano o barrio, en Alcalá.
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