ARTICULO DE OPINIÓN PUBLICADO EN LA REVISTA SOY-DE.COM Nº 13
Y VUELTA A EMPEZAR
Como está la vida tecnológicamente hablando, para el común de los mortales y para algunos sectores de la población entrados en años o para todo ciudadano que no esté ducho en las nuevas tecnologías, pues tal y como se ha puesto el patio, no existe manera de resolver cuestión alguna sin que tengas que tener a mano y que intervenir en el tramite a realizar, el teléfono móvil, tablet u ordenador o cualquier otro artilugio, que lleve microprocesador.
Es curiosísimo hoy en día que el servicio de atención al cliente, en un número importante de casos, este enmascarado en realidad, en torbellino o huracán, que en vez de afianzar destruye irremisiblemente la relación y confianza, entre compañía y cliente.
Eso por no hablar en profundidad, de los números de teléfono de pago que la mayoría de compañías ponen “amablemente” a disposición de sus clientes, para facilitarles la labor y terminan trastocándose en generadores de stress e impotencia o maquinarias recaudatorias sin conciencia.
Servicios, que se ofrecen a todo bombo y platillo y tal que fueran precursores del mejor servicio prestado y en realidad encubren una fuente de ingresos extra para la empresa y un nulo respeto hacia el sufridor “paganini” que engorda económicamente las arcas de los que más bien podían ser bautizados como los atracadores de guante blanco del siglo de las nuevas tecnologías.
Pues, por poner uno de los miles de ejemplos con los que te encuentras y que sufrimos a diario, una consulta de un minuto acaba convirtiéndose a la que te descuides, en sesenta, inmerso irremediablemente en pases de muleta o fantásticas verónicas (como si lidiáramos en el coso con una legión de miuras) con el objetivo claro de “a ver si aburrimos a este pesado, se olvida del problema en cuestión y nos deja seguir robando o manejando su contrato a libre albedrío y según los intereses que a la empresa más le convengan.
O tal vez te ocurra que dependiendo del tramite o cuestión a resolver o del que trate la consulta (por ejemplo, darse de baja de una compañía telefónica) hasta te puede ocurrir el caso, (y esto es una técnica por todos reconocida) que tengas que efectuar diez o doce llamadas y en resumidas cuentas no seas capaz de dar de baja el servicio y que sólo consigas comunicarte con tu “protectora” compañía, cuando emigres a otra de su misma competencia.
Y vuelta a empezar. Déme de nuevo los datos que ya mismo le paso.
Musiquita relajante o dinámica según proceda y tras minutos de espera, vuelta de nuevo a la misma cantinela.
Y si me apuras cuando menos te lo esperas, se corta la comunicación y te quedas compuesto y sin novia o con una cara de estupor e indignación que mejor ni te la veas.
Desesperación e improperios y retahíla de tacos en los labios, pugnando por salir al exterior e impotencia ciudadana ante tamaño despropósito, que consienten los gobiernos.
Chúpate esa.
En cierta manera, es tal la indefensión del ciudadano en estos tiempos siderales y tecnológicos, sin mínimo atisbo de que a bote pronto cambien las circunstancias, que mas bien en vez de un avance primordial de la raza humana a través de la tecnología, pareciera una confabulación mundial de los jerifaltes y consejos de administración de los holding empresariales que gobiernan el mundo, con el propósito claro de controlar al ciudadano y exprimir hasta el ultimo euro del que disponga.
Afirman con contundencia, los mandamases del globo terráqueo, “no se puede luchar ni impedir, que llegue el progreso”, pero tal vez se les olvidó decirnos en un aparte, aunque fuera uno a uno para no soliviantar al resto….
“No se puede obviar al progreso.
Por tanto súbete al carro del futuro que te ofrezco.
Que ya me encargaré yo, muy astuto,
de seguir dándotela con queso”.
Cirilo Luís Álvarez Revista Soyde 2º Quincena Septiembre 2021